Antes que nada quiero felicitar a Melissa Nungaray por la publicación de este, su cuarto libro: Travesía: Entidad del cuerpo, al que ha dividido en tres partes: Cantos del Averno en lóbulos de linaje; Cuerpos robados por cielos imparciales y Deambular para formar la silueta de la tinta; en ochenta y seis poemas, en su mayoría de corto aliento. Es un libro misterioso, bello desde la portada y en ambos, título y portada parece advertir: “cuidado con entrar a mi libro con una idea preconcebida”. 

Pero para hablarles sobre esta nueva Travesía de Melissa, les comparto lo que ella me escribió en un espacio de ‘confidencia’ cibernética: 

Nací un día donde el empíreo era un vértigo en mi cabeza, el 29 de septiembre de 1998, mi primer libro Raíz del cielo se publicó cuando yo tenía 7 años, el segundo Alba-Vigía a los 9, el tercero Sentencia del fuego a los 13 y ahorita Travesía: Entidad del cuerpo a los 15. Todo surgió jugando con mi padre a que leía cuando aún no sabía leer, a los 4 ó 5 años; bueno, eso me han contado porque no recuerdo, a mí se me ocurrían frases poéticas, pero no sabía ni leer ni escribir, así que mis padres las anotaban. Ya que yo aprendí a escribir, la pluma caminaba sola [...] Ahora vivo en el Estado de México en un rancho muy tranquilo, donde invado el lugar de los animales porque ahí hay vacas y ovejas, por las noches se escucha una orquesta de ranas, sapos y grillos ya que vivo enfrente de un lago, siempre me emociona la naturaleza, me encanta disfrutar mi existencia y aprovecharla antes de que se agote.

Y mientras la orquesta de ranas, sapos y grillos la arrullan, los sueños de Melissa se van posando en una hoja en blanco Transpirando el muro de la visión porque ha encontrado la alquimia de transformar las palabras, las convierte en magia, sueños, pesadillas y al final en alianza con Oniros: "las cadenas no tienen salida […] y el laberinto del destino descansa, /se almacena la locura en la inocencia de la muerte". 

A lo largo de este poemario la autora extrae otros soles, una otra porción de luz para acercar nuestra mirada a un mundo que solo puede tocarse acaso con la boca. Y como luciérnaga da paso a otra travesía, la del cuerpo melissano. Sin importar que han pasado cien años desde que dejó la infancia, es ahora que sus letras descubren el centro del mundo, el íntimo, y lanza un adiós para acercarse a la apuesta invisible, inconsciente:

Apago visualmente las distracciones parentales
desgarrando las flores esqueléticas

Tiene que decir adiós porque ahora canta los Cantos del Averno, en ellos Eros se asoma en el hervor de sus palabras:

La muerte habita en el siniestro campo del pecado 
[…]
Respirando la laguna de los cielos
[…]
La sangre altera mi inconsciencia,
corre entre mi cuerpo, arde sobre mil púas
[…]
Mi insolencia se desvanece en el fuego
[…]
La existencia refleja la luz
Las pequeñas piedras acrecientan lo inolvidable

Pero Eros es acompañado de Thánatos en esta aventura poética; ambos son serpientes telúricas que hienden su espada viperina para caer en un paraíso exiliado de las tinieblas, sueño, signo y arte. Melissa blandiendo su pluma palpitante, les toma el pulso, los ha descubierto y se une a ellos en armonía plena para encontrar su sentido en la luz de la oscuridad.

19
Soñé que las mentiras eran la hipocresía del desierto,
soñé que el espectro del dichoso suicida devoraba mis entrañas,
soñé que las serpientes se arrastraban en el tétrico
resplandor del inframundo.
Me sueño como la espina ensangrentada del obstáculo atrayente (...)

Y soñando en esta su vejez eterna, La vejez se acerca sigilosa al jardín de nuestra Melissa que en lugar de hacerse pequeña mientras cae al pozo, se hace grande para liberar de su chistera murciélagos, larvas, ratones que saltan como chispas de lumbre hechos poema, palabras rítmicamente ordenadas, porque Melissa es poeta y por tanto guardiana del potens,* dueña de la semilla de la posibilidad, sus letras Deambulan para formar la silueta de tinta.

74
Las palabras me invadieron
Desde el paisaje propio de la memoria.
Dejo al escritor para cubrir su cuerpo
En la escritura infinita de la dimensión.

La infinita posibilidad de su escritura es como los planetas, no puede dejar de girar, por eso vuelan sus flores en la penumbra luminosa, ahí donde habitan criaturas misteriosas en la ceniza de la lluvia. Palabras invertebradas, con color de flores perdidas. Metáforas que son visiones pulidas con las uñas, trituradas. Melissa nos muestra lo mágico, lo ilógico desde el interior de su luz para mostrarnos el reverso perturbador de las cosas y nos deja un gusto implacable sobre la lengua y sobre la piel:

82

La muerte me desea,
poseedora de mil cuerpos,
me hace suya.
Soy un alarido libre que navega
En lugares siniestros
Sin saber más del volátil ruido.
Gruñido en la esquina,
ramera oculta
ratón lagarto
que se extiende
tras la hora hundida
en los senos del mar

Travesía: Entidad del cuerpo. Editado por la Zonámbula; es un libro que seduce, que nos hace sentir intenso por el juego de ritmos e imágenes de placer y dolor, de vida y muerte, son las voces que Melissa arrancó a Oniros, Eros y a Thánatos, pero sobre todo es su voz desde estos poemas que reflejan en la medida exacta, el oficio que Melissa ha elegido, y que ha elegido bien.


*Lezama Lima en entrevista.