Entras en la avenencia de un poema

sin acallar la distancia que convoca

la innata respuesta al instante.

Ecos portátiles contienen el hálito

de múltiples visitaciones.

Todo deslumbramiento

desviste el espejismo.

El cielo y su pupila ventrílocua

tiñen el horizonte de raíces

hasta el último peldaño

en que la noche estriba sus memorias

para encontrar el camino

que confirma la visión del hallazgo,

ambigua estación que tiembla en derredor

de las manos que soslayan el mundo.

Ausencia que edifica

el cuerpo medular del presente.

No hay nada más que tu nombre

al revés del tiempo,

estampa de luz que fluye



Resquicio arborescente De Melissa Nungaray