Lectura - Raymond Carver


La vida de cada hombre es un misterio, 
como la tuya o la mía. Imagina
un palacete con una ventana abierta
sobre el lago de Ginebra. Allí, en la ventana,
los días cálidos y soleados, se ve a un hombre
tan enfrascado en su lectura que no levanta
la vista. Y si lo hace, marca la página
con el dedo, alza los ojos y cruza con la vista
el agua hasta Mont Blanc,
y más allá, hasta Selah, Washington,
donde está con una chica
y se emborracha por primera vez.
Lo último que recuerda, antes
de perder el conocimiento, es que ella le escupe.
Sigue bebiendo
y recibiendo escupitajos durante años.
Pero más de uno te diría
que el sufrimiento es bueno para el carácter.
Eres libre de creértelo o no.
En cualquier caso, el tipo vuelve
a su lectura y no se sentirá
culpable de que su madre
navegue a la deriva en su barca de tristeza,
ni piensa tampoco en los problemas
de sus hijos, que no tienen fin.
Tampoco intenta pensar
en la mujer de ojos claros a la que amó una vez
y desapareció en manos de la religión oriental.
Su dolor ya no tiene origen ni final.
Que venga alguien del palacete, o de Selah,
algún pariente de este hombre
que se sienta a leer todo el día junto a la ventana,
como el cuadro de un hombre leyendo.
Que se acerque el sol.
O que se acerque él mismo.
¿Qué demonios estará leyendo?  

*Traducción de Jaime Priede

Featured post

Resquicio arborescente

Entras en la avenencia de un poema sin acallar la distancia que convoca la innata respuesta al instante. Ecos portátiles contienen e...

Popular Posts